Lamentablemente, no existe una norma única para evaluar los resultados de sostenibilidad de una empresa, tanto en el ámbito de procesos como de productos, lo que constituye un terreno fértil para la proliferación de declaraciones éticas y certificaciones de producto.
En los últimos años, este fenómeno se ha disparado, en parte debido al interés del mercado, por lo que se percibe como patentes de credibilidad e índices de buena reputación. En definitiva una ventaja competitiva.
El camino para acceder a esta ventaja no es en absoluto trivial, no solo porque presupone la adopción de un comportamiento coherente con unas normas medioambientales, sociales y económicas precisas, sino porque la dificultad, para las empresas, comienza en la fase previa, es decir, en comprender qué instrumento, en la vorágine de los existentes, es el más coherente con el propio negocio y necesidades.
Evitar el Greenwashing mediante certificaciones
Las certificaciones son muy útiles para combatir la práctica del Greenwashing, es decir, aquella estrategia de comunicación empresarial dirigida a construir una imagen engañosamente positiva en términos de impacto medioambiental. El objetivo último de las empresas que aplican esta herramienta de comunicación es desviar la atención de clientes y sociedad en general del impacto medioambiental negativo de sus actividades.
Las certificaciones se utilizan como medio para verificar y autentificar la sostenibilidad de los procesos y/o productos de las empresas.
Certificaciones sostenibles. ¿Cuál es la diferencia entre los distintos caminos y por qué tomar uno en lugar de otro?
La respuesta a esta pregunta está estrechamente relacionada con los objetivos que la empresa se plantea como prioritarios, por lo que el primer paso es relacionar las herramientas con los objetivos para poder elegir con conocimiento de causa, actuar en consecuencia y protegerse de los riesgos del greenwashing.
En un sentido aún más amplio, no hay un producto sostenible sin una empresa sostenible: Es la convergencia de estrategias y procesos lo que genera productos sostenibles, y no al revés.
Declaraciones y Certificaciones
Los esfuerzos deben realizarse necesariamente en dos frentes: Por un lado, la implantación de un sistema de gestión e información basado en el respeto a la ética y al medio ambiente, y por otro, la certificación de los productos.
Las certificaciones de la empresa se basan en normas reconocidas, son emitidas por organismos acreditados y se refieren al sistema de gestión que la empresa considera estratégico para ofrecer una garantía al mercado. Las normas incluyen la ISO 9001 de Calidad, la ISO 14001 de Medio ambiente, la ISO 50001 de Energía y la SA 8000 de Responsabilidad Social…etc.
Las certificaciones corporativas son declaraciones voluntarias y validadas por una tercera parte independiente, identificadas por la empresa como una prioridad de comunicación y generalmente construidas sobre normas de reconocimiento internacional.
3 Grandes Clases de Certificaciones Voluntarias
Dentro del mundo de las ecoetiquetas hay diferentes categorías: las hay obligatorias, como las etiquetas energéticas de los electrodomésticos, pero también las hay voluntarias. En este último caso, son las propias empresas las que deciden si certifican o no un bien o servicio.
Dentro del conjunto de etiquetas voluntarias, según la ISO 14020, hay tres categorías de certificaciones:
- Etiquetas medioambientales de tipo I – ISO 14024.
- Autodeclaraciones medioambientales de tipo II – ISO 14021.
- Declaraciones ambientales de producto ISO tipo III – ISO 14025.
Resumamos brevemente cada una de ellas en detalle.
Etiquetas Medioambientales Tipo I – ISO 14024
Las etiquetas de tipo I son certificaciones desarrolladas sobre una base científica y, por tanto, exigen el cumplimiento de unos valores umbral mínimos, como el consumo de energía y materiales o la generación de residuos. Estos criterios se definen para cada tipo de producto teniendo en cuenta todo su ciclo de vida.
Estas etiquetas ecológicas deben ser comprobadas por una tercera parte independiente y acreditada que pueda verificar la correspondencia del producto o servicio con métodos normalizados y regulados, utilizando herramientas específicas.
Algunas etiquetas que entran en esta categoría son la etiqueta ecológica BLauer Engel.
Autodeclaraciones medioambientales Tipo II – ISO 14021
Las autodeclaraciones medioambientales exigen que los bienes o servicios ofrecidos por la empresa cumplan requisitos específicos en cuanto al contenido y la forma de difusión de la información que la empresa ofrece a su público objetivo.
Es esencial que esta comunicación no sea engañosa, verificable, específica, clara y no esté sujeta a interpretaciones erróneas. Este paso es muy importante porque, al tratarse de autodeclaraciones, y, por tanto, no ser obligatorias, no hay certificación por parte de un organismo tercero.
En consecuencia, no hay valores mínimos que cumplir, a diferencia de las etiquetas ambientales de tipo I.
Algunos ejemplos son las etiquetas “reciclable” y “compostable” en los envases de los productos.
Declaraciones ambientales de producto ISO Tipo III – ISO 14025
Las Declaraciones Ambientales de Producto DAP o EPD son certificaciones que se basan en diversos análisis del ciclo de vida de un producto. Las normas y requisitos para llevar a cabo estos análisis están contenidos en el PCR (Product Category Rules). El PCR podría describirse como un documento que contiene las normas que deben seguirse para crear una etiqueta ecológica de calidad.
Los valores de este documento se comparten con las partes interesadas, que podrán comparar los datos y la información sobre una determinada categoría de productos.
Las etiquetas medioambientales facilitan así la comunicación entre productores y consumidores, haciendo que el proceso de compra sea más eficaz y rápido.
Algunos ejemplos de esta categoría son FSC® y PEFC, la etiqueta energética de los productos y el Energy Star.
Las 6 certificaciones útiles para tu empresa
Ha llegado el momento de enumerar y explicar las 6 certificaciones que serán útiles en tu empresa para que tu Comunicación Corporativa sea más sostenible.
ACV – Evaluación del ciclo de vida
El ACV (Análisis del Ciclo de Vida) es una herramienta utilizada para analizar el impacto medioambiental de un producto, o proceso de producción, durante todas las fases de su Ciclo Vital. El ACV permite evaluar y cuantificar las relaciones entre el ser humano y el ecosistema que le rodea. Esto es posible gracias a la medición del uso de recursos y de las emisiones de CO₂.
Dados sus innumerables beneficios, certificar los propios productos se convierte en algo esencial para las empresas que quieren hacer sostenibles sus procesos de producción.
S-LCA – Social Life Cycle Assessment (Evaluación del Ciclo de Vida Social)
El Análisis del Ciclo de Vida Social (ACVS) es un método empleado para evaluar el impacto social y el impacto positivo y negativo de los productos a lo largo de todo su Ciclo de Vida.
La ACVS se diferencia de otras evaluaciones de impacto social porque se centra únicamente en un producto o servicio.
El ACVS es importante dentro de una empresa porque contribuye a mejorar el rendimiento social de los productos en las distintas fases de su ciclo de vida, lo que permite innovar en los procesos y productos y ganar nuevas cuotas de mercado.
CCV – Coste del ciclo de vida
El cálculo del coste del ciclo de vida (CCV) es una herramienta utilizada para calcular el coste económico de todo el ciclo de vida de un producto o servicio.
Tiene en cuenta todas las etapas, desde los procesos de preproducción hasta la eliminación.
Con vistas a una gestión eficaz de la producción, que consiga minimizar los costes de producción, el método del CCV permite relacionar los datos cuantitativos relativos a los costes de un producto o servicio, y el tiempo, dentro del proceso de preproducción, producción y eliminación.
El objetivo final es lograr una mayor sostenibilidad económica del propio producto o servicio.
Realizar un análisis del CCV en sus procesos ayuda a las empresas a estimar, en términos monetarios, el coste de sus recursos tangibles e intangibles.
EPD – Declaración Ambiental de Producto
La EPD (Declaración Ambiental de Producto) es una etiqueta ecológica que certifica el comportamiento medioambiental relacionado con el Ciclo de Vida de los productos o servicios, según la Norma Internacional ISO 14025.
Para que sea válida, la EPD requiere un análisis previo realizado con la herramienta de ACV. Esta comprobación define claramente y de forma cuantitativa el consumo de materias primas y el impacto medioambiental causado dentro del Ciclo de Vida de un producto o servicio.
La integración de la certificación EPD en los sistemas de producción de la empresa hace que la misma adquiera diversos beneficios, tanto en lo que respecta a la optimización y mejora de los residuos, como a la potenciación y comunicación de una Identidad Verde más sólida.
Etiqueta ecológica
La etiqueta ecológica es una etiqueta europea registrada que se utiliza para certificar, según el Reglamento CE 66/2010, los productos y servicios respetuosos con el medio ambiente que ofrecen las empresas.
La certificación puede ser solicitada, de forma voluntaria, por cualquier empresa o negocio que opere en uno de los 28 países de la Unión Europea.
Las ventajas de esta certificación son innumerables, ya que no solo ayuda a mejorar el rendimiento medioambiental de los procesos de producción, sino que también da, a las empresas que la obtienen, más visibilidad desde el punto de vista económico (por ejemplo, el dinero que se ahorra) y en el mercado (por ejemplo, la diversificación frente a los competidores).
Cradle to Cradle®
Se trata de un enfoque holístico que tiene en cuenta los aspectos económicos, industriales y sociales para crear sistemas que no solo son eficientes, sino que también pretenden minimizar los residuos. Por eso es una herramienta esencial para la Economía Circular.
De hecho, Cradle to Cradle® es un enfoque de diseño de sistemas que transforma los procesos de producción asemejando los materiales utilizados a elementos naturales capaces de regenerarse.
En la industria, especialmente en Estados Unidos, el C2C está muy extendido y las empresas suelen obtener esta certificación para obtener una ventaja competitiva en términos de reputación de marca frente a sus competidores.
Conclusiones
Hemos llegado a la conclusión de este resumen de las etiquetas ecológicas más conocidas en el ámbito de la sostenibilidad medioambiental. Como ya se ha mencionado en la introducción, las etiquetas ecológicas son un elemento clave para los consumidores, que quieren saber cada vez más si el producto que compran cumple auténticas normas de sostenibilidad.
Una inversión, la de obtener una certificación para los productos o servicios de tu empresa, también beneficiará a tu Identidad Ecológica, generando confianza para tu marca. Sobre todo, obtendrás una enorme ventaja competitiva al distinguirte como modus operandi de todas aquellas empresas que utilizan métodos de Greenwashing que pueden dañar la imagen de tu empresa con el tiempo.